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Hereje.

  • Foto del escritor: Alex Juárez
    Alex Juárez
  • 19 feb 2021
  • 4 Min. de lectura

La palabra hereje se emplea de múltiples formas, la mayoría incorrectas. El hereje no es más que la forma en la que se señala a una persona que cuestiona, con conceptos controvertidos o novedosos, ciertas creencias establecidas por una religión.


El hereje, a diferencia del ateo, o del satanista ontológico, no pretende que las personas abandonen sus creencias, sino que empuja el pensamiento predominante dentro de estas subculturas que llamamos religiones. Y no es para menos que se les compare o se les señale, ni que se les asemeje a los anteriores, pues suelen atraer los argumentos de los grupos antagonistas para cuestionar el status quo que predomina en los círculos religiosos.


Pretender tener todas las respuestas es ridículo, pues nadie tiene completo absolutamente nada, lo cual nos hace a todos moralmente cortos para siquiera decir que tenemos autoridad sobre los asuntos de a fe; sin embargo, el pensamiento que predomina en todas y cada una de las creencias y religiones, establece que el camino que ellos ofrecen es el único y el correcto, ya sea para la iluminación o para la superioridad moral; este tipo de mentalidad nos ha llevado a una búsqueda insaciable de una verdad tan relativa como la marca de calzones que a cada individuo le es más cómoda.


Por otra parte, el cuestionar nuestros modelos preestablecidos de creencias nos pone contra las cuerdas, en el paredón de fusilamiento ante el común denominador de la población que está alineada a una religión o alguna creencia; asimismo, esta historia se repite cuando el creyente cuestiona la posición del ateo que dice no creer en una deidad o creencia alguna por moda. Y es que en este mundo tan polarizante, que camina a velocidades mayores que la vida misma, que tiene hambre de lo espiritual pero no quiere el compromiso que conlleva estudiar a profundidad y mucho menos cuestionar sus propios orígenes y pensamientos, es imposible llegar a conclusiones que nos permitan abrirnos paso en religiones, dogmas y discursos milenarios provenientes de Oriente u Oriente Medio, terminando entonces con plenarias, talleres y programas meramente Occidentales, con filosofías poco estudiadas provenientes del otro hemisferio.


Es aquí donde el pensamiento del hereje cobra relevancia, pues al cuestionar constantemente la dirección de las doctrinas, comienza a abrir camino a posibilidades infinitas; después de todo, la disertación de la fe no le pertenece a un monopolio, y como dijera R.C. Sproul "todos somos teólogos". Y sí, todos tenemos la capacidad de ejercer el libre pensamiento, para así poder sacar nuestras conclusiones y establecer una mejor conexión entre lo que creemos y el mundo que nos rodea, y no conformes con eso, para poder establecer diálogos y perspectivas correctas entre toda la humanidad, sin imposición o ningún tipo de condenación.


Si el pensamiento de R.C. Sproul es correcto, el hecho de que nos llame a todos teólogos nos debe permitir ver un universo lleno de múltiples dudas, pero sobre todo a ser responsables no solo con la fe o la falta de ella, sino con el conocimiento adquirido, pues en estos tiempos el argumento "Dios no existe" y su contraparte "Dios sí existe" suelen combatirse por medio de razonamientos y discursos poco prácticos, impositivos y cero tolerantes, y es en este punto donde debemos de recordar que la razón y la fe pueden converger sin ningún problema, en armonía y santa paz, después de todo aún no nos ha sido revelado todo el conocimiento existente, sino únicamente el disponible.


Dudar jamás será el contrario de la fe. La duda es parte de ejercitar la razón, misma que se da al ejercer la libre voluntad con la cual, atendiendo a las diferentes creencias, nos fue dada desde nuestra creación, por tanto, buscar respuestas ante cualquier duda es y será parte de esa misma libre voluntad con la que fuimos dotados desde los orígenes del ser humano. Insisto, lo contrario a la fe no es la duda, la contraparte de la fe es el miedo, en especial el miedo a lo que no conocemos, y no es para menos; por consiguiente el concepto de fe debe de ser replanteado, de tal manera que se nos permita cuestionar nuestra propia fe, cuestionar nuestros dogmas, cuestionar las escalas morales de nuestras creencias, cuestionar a los precursores y líderes de las mismas, incluso cuestionar el mismo ateísmo, no con el fin de sostener batallas sangrientas, sino con el único propósito de que cada día podamos dar un paso más entre la razón y la fe.


Después de un largo recorrido en la iglesia evangélica, me di a la tarea de deshacer los jirones de la religión, despedazar el contexto social y moral de la misma, y cuestionar la cultura predominante del cristiano moderno, acercándome más y más a una libertad genuina en mi fe fuera y lejos de la iglesia contemporánea y sus costumbres, encontrando entonces que había desperdiciado años de mi vida, siempre sujeto a las creencias y formas de vida impuestas por otros, siendo a veces intolerante y poco práctico, y si esto no fuera poco llegué a someter mi vida a una esclavitud que promete libertad dentro de la institución. Es así como desde hace un par de años me llaman "hereje".


-Alex Juárez-




 
 
 

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