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S O U L ?

  • Foto del escritor: Alex Juárez
    Alex Juárez
  • 19 feb 2021
  • 8 Min. de lectura

Todos, o por lo menos algunos, ya fuimos víctimas de la mercadotecnia de Disney y vimos “Soul”, la última entrega en el universo cinematográfico de Pixar, donde podemos observar el planteamiento del propósito o misión determinada que cada uno de nosotros tiene que descubrir, circunstancia que muchas veces crean frustración. Asimismo, planeta el gravísimo problema de las expectativas que ponemos sobre otros, en el sentido de esperar vidas “extraordinarias”. La verdad, y desde mi parecer, el 99% de la población del mundo llevaremos vidas ordinarias, y el problema no radica ahí, sino la satanización y estigmatización de la vida ordinaria. ¿Qué hay de malo en una vida ordinaria?


A menudo nos encontramos, comparando nuestras propia existencia con vidas ajenas bajo el lente social del espectáculo, creyendo que necesitamos mostrar a otros la grandeza que habita dentro nuestro en maneras tangibles, traducidas en conceptos falsos como lo es la fama, el dinero, las posesiones y la imagen; sin embargo, la vida no se trata de esto. La vida ordinaria se representa de distinta forma, y contrario al status quo, producto del capitalismo desenfrenado, lo ordinario se materializa en los actos pequeños del día a día.


Luego, por si fuera poco, constantemente nos encontramos entre la expectativa y la realidad, o bien, lo que el mundo espera de mí y lo que realmente soy. Pensando en esto recordé cuando cambié por completo mis aspiraciones de ridícula grandeza, producto del discurso que la iglesia cristiana evangélica, a través de la filosofía del coaching, sostiene para ganar seguidores, por una aspiración más real; es decir, YO ASPIRO A UNA NORMALIDAD FELIZ. Despertar en las mañanas, tomar café, platicar de lo que quiero y puedo, con las personas que quiero y puedo, compartir mi vida con otros, todo ello sin el afán de obtener una ganancia o falsa prosperidad a cambio.


Existe un impacto fuerte en la mentalidad de las personas, producto del discurso motivacional de domingo, del cual resaltan frases como “mereces lo que sueñas”, “para Dios no hay imposibles”, “declara prosperidad sobre tu vida y tus finanzas”, “rompe los límites”, “si tú le das a Dios, Dios te va a dar más”, y la lista sigue; lo que sucede con estas frases inspiracionales, es que sugestionan la mente y el espíritu a una visual de una vida extraordinaria, precedida por una fe en un Dios extraordinario, provocando un conflicto entre la realidad actual de los sujetos y una expectativa con la promesa de que “lo mejor está por venir”, siendo que ambos argumentos carecen de todo sustento racional, y le son plantados a las personas por medio de lo que llamamos “fe”, bajo el correctivo de que “sin fe, es imposible agradar a Dios”.


La fe no puede ser utilizada como carta de cambio, como un instrumento con el cual podemos realizar transacciones para obtener más o ser algo más en esta vida. Por otra parte, la iglesia no puede ser un lugar donde depositar todas mis aspiraciones, pues la corriente predominante que existe dentro del cristianismo evangélico promete constantemente grandeza dentro de sus filas, lo que equivale a ser “famoso” para el 4.1% de la población mundial (la cifra de cristianos evangélicos/protestantes en el mundo), siempre y cuando el discurso a dar sea equilibrado con todas las denominaciones y corrientes evangélicas actuales. Depositar mis anhelos y sueños en un lugar que constantemente opera en contra del libre desarrollo del hombre y la mujer, sobre todo tratándose de imponer conductas morales y reglas absurdas, puede ser una de las cosas más peligrosas a realizar, pues la tendencia es aprovechar el fenómeno llamado “sociedad del espectáculo”, para desarrollar en nosotros una necesidad de ser reconocidos, y un constante anhelo de relevancia ante el mundo de nos rodea.


Por otra parte, existen los llamados héroes, que no son más que estos hombres y mujeres contemporáneos que abrieron camino al cristianismo moderno, y con los cuales nos comparamos constantemente, con la idea de que estos personajes heroicos y celebridades religiosas son los modelos a seguir ya que tienen, desde una visual lejana “todo completo”, llevándonos al mundo del “se dice”, planteado por Heidegger, esto es “me dijeron que tengo que hacer esto, entonces eso hago”, y no “actuando lo que pienso” como lo diría Marx.


Disney-Pixar, planeta por una parte, cuestionar las figuras y modelos heroicos. Recordemos lo siguiente, el propósito de la industria de la cultura, según Adorno y Horkheimer es procurar estabilidad social con el fin de perpetuar el orden de las cosas, a través de la inclusión de la diferencia dentro del propio sistema, esto es a través de la interacción natural entre los hombres, y no bajo la manufactura del discurso elaborado desde una posición de poder, lo cual se ve reflejado en el malestar social actual producto de la necesidad de perfección, de identidad, y las altas expectativas sobre el común de la sociedad, y qué ridículo es que esto nos lo tenga que enseñar una compañía de entretenimiento y no nuestros padres en casa; después de todo no ser como Messi no debería de producir inseguridad ni estrés en nadie.


Ahora, algo altamente criticable es el mensaje minimalista main-stream de este filme, similar al budismo capitalista del llamado “no te apegues”, “vive una vida sin apegos y nada te va a faltar”, o bien “el que es feliz no es el que mucho aspira, sino que el que mucho desea”, metiéndonos en la misma paradoja del cristianismo evangélico moderno, o bien como dijera Salomón “vanidad de vanidades”. Lo curioso de esto es que quien nos lo dice, por un lado es este monstruo cinematográfico que pone metas abismales para ser redituable, y por otro lado una figura a quien le hemos dado una autoridad moral por el hecho de auto nombrarse pastor o líder, que usa “sneakers” con precios excesivos que posiblemente el común denominador del demográfico social de la iglesia cristiana nunca podrá comprar, y cuyo objetivo es tener más gente dentro de la “comunidad” que “lidera”. Metas al final del día, apego constante a los resultados.


Cuestionarnos los modelos preestablecidos de éxito, las figuras que lo predican y los argumentos de los mismos es sano para poder construir una sociedad que no llegue con vergüenza al futuro, y ¿cómo planteamos esto en la sociedad? Desde una óptica no escandalosa, la única forma en que esto puede ocurrir es disfrutando las cosas simples de la vida, el inconveniente está en que tenemos acceso a tanto y estamos siendo bombardeados de manera constante por miles de estímulos que no tenemos oportunidad de disfrutar las cosas a detalle, y aunque esto suene regresista, debemos de recordar el valor del ocio, no en sentido negativo, sino un ocio creativo, porque ver tu celular no es ocio, es simplemente tu atención atrapada en algo intrascendente. Las mayores preguntas de la filosofía surgieron del ocio creativo. Vamos a estadística, en la Ciudad de México hay más de mil ochocientos indigentes con curso universitario completo, y esto es una problemática grave, producto de la falta de cuestionamiento y ocio creativo o intelectual, pues ante las preguntas frecuentes de la sociedad como lo es ¿qué vas a estudiar?, las respuestas son limitadas, aún más cuando la imposición del conglomerado es “si no estudias te vas a morir de hambre”, manifiesto que ha quedado descartado con el tiempo al ver jóvenes empresarios amasar fortunas y seguidores por millares, nos obliga a tomar decisiones en la vida sin tomar tiempo para interrogarnos a nosotros mismos y descubrir lo que realmente anhelamos o queremos, y consecuentemente en un abrir y cerrar de ojos estamos casados, con dos hijos y en un trabajo que detestamos.


Veamos cómo funciona la sociedad y por ende el cristianismo occidental, que dicho sea de paso, obtiene su sentido moral de la moral universal (porque matar a alguien jamás va a ser bien visto en el común denominador de la sociedad), y su brújula de lo que es bueno y es malo surge de una cultura totalmente distinta a la actual, con una separación de por lo menos un milenio y ocho siglos en el tiempo, y diez mil ochocientos kilómetros de distancia entre los América y el Medio Oriente (sí, el cristianismo en su esencia es una religión con filosofía judía que surge en Medio Oriente). Si estudiaste, supongamos economía, a los ojos del común denominador en los años de nuestros padres, te verías como alguien con un futuro asegurado, incluso en ese entonces podrías tomarte dos años sabáticos y regresar y conseguir trabajo sin problemas; hoy en día, los jóvenes se gradúan de las universidades tienen una posibilidad del 1.8 por ciento de vivir debajo de un puente atirantado, esto por lo menos en México. Sin embargo este es el modelo que continúa vigente hasta nuestros días para definir a una “persona de bien”; escuchamos predicadores constantemente decirle a las y los solteros cristianos entablar una relación amorosa con una persona que ame mas a Dios que a ellos, creyendo que eso se mide en qué tanto voy a la iglesia o bien si formo parte de las filas de la élite de la iglesia local, que entablen relaciones con personas que sean intachables y de buen comportamiento, y al mismo tiempo hablan de gracia y nuevos comienzos para quienes han cometido errores en la vida; por otra parte, sugieren que la devoción a Dios es una serie de acciones externas que se reflejan en sacrificio y buena voluntad, cuando el mismo dogma nos recalca una y otra vez que los llamados héroes de la fe constantemente fallaron a la obediencia a Dios.


El sistema planteado anteriormente sigue vigente, y es cada vez más irrelevante, sobre todo por la carencia de frutos que tiene, y es aquí donde la película SOUL cobra gran importancia al momento de sutilmente sugerir cuestionar nuestros propios motivos y aparentes propósitos, pues los mismos están sujetos a parámetros de lo que otros esperan que seamos, incluyendo el tan mal manejado dogma cristiano que de entrada nos dice que no hay mayor privilegio que ser llamados hijos de Dios, pero por otra parte la institución quiere forjar una aspiración constante al supuesto liderazgo. Es por esto que el ocio es una cuestión esencial, para poder comenzar a deshacer las ideas preconcebidas y adquiridas a través del pensamiento corriente que venimos arrastrando desde hace años, por tanto, el ocio es un lujo que pocos se pueden dar, y en el caso de la corriente cristiana predominante, es casi una herejía.


La pregunta correcta entonces sería ¿qué rol juegan los propósitos? y por otro lado ¿qué implicaciones tiene el cuestionar estos propósitos? La existencia per-se del ser humano es su esencia; es decir, el hombre es lo que hace de sí. Entonces el propósito es lo que yo hago de él, pudiendo entonces ser creciente, cambiante y diverso; justo en esto es donde SOUL falla y al mismo tiempo no, porque es ridículo pensar que antes de que un alma pueda ocupar un espacio en la tierra a través de un cuerpo humano, ésta ya viene precargada con lo que uno va a ser o hacer por el resto de sus vida. Si esto fuera verdad, entonces la libre voluntad y el libre pensamiento quedan totalmente descartados; sin embargo este filme de manera paralela en un momento crucial de la película establece que lo central no es la asignación del propósito, pues lo que llaman “chispa”, no es el propósito y mucho menos los mentores o las pasiones que vengan a nuestras vidas, sino que lo esencial son los significativa que puede ser nuestra propia existencia, no para otros, sino para nosotros mismos.


Lo importante no es el propósito, sino la existencia y significado de la misma. El problema aquí es que no podemos encontrar significado si no estamos dispuestos a cuestionar los mismos, pues de no ser así estaríamos frente a una verdad producto de historias que nos han contado generación tras generación, establecidas como absolutos simplemente porque así ha sido siempre, amoldándonos entonces al pensamiento predominante que dicta lo que es correcto y no, sin dar oportunidad a explorar nuevos terrenos, a estirar la liga o en su caso a romper los mismo. De este mismo modo funciona el cristianismo evangélico occidental, poco cuestionado, pocas veces puesto a prueba, fallido en muchos sentidos, en especial por figuras relevantes o dicho de otro modo ídolos incuestionables por lo que alcanzamos apenas a ver de ellos en plataformas y redes sociales; en otras palabra un espectáculo.


-Alex Juárez-



 
 
 

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